ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN

DEL BOSQUE AUTÓCTONO EN VALLADOLID

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MARTES de 19:30 a 21:30 h. en el vivero:

Facultad de Medicina, entrada por c/ Real de Burgos s/n (frente a la residencia Alfonso VIII)

jueves, 10 de junio de 2010


El Pocico o la Fuente del Doctor


La crónica de Pedro

Cansancio, alegría y gratitud. Eso es lo que siento, no por ese orden mientras sentado la mente se empeña en volver atrás hacia la salida de esta lluviosa mañana primaveral.

Ayer por la noche no estaba muy claro que se mantuviera el plan de ir a este rincón escondido y por suerte a salvo de los herederos de los panzer reconvertidos a la agricultura en la vida civil. Y es que en estas llanuras de Castilla los potentes tractores actuales son un triunfo de la técnica pero su falta de humanidad convierte al campo en filas y columnas de cereal. Si con tiempo y humor salimos de casa y de la ciudad y miramos un campo de cereal no muy crecido entrecerrando los ojos ¿no da la impresión de ser un formulario relleno de números? Tanto terreno con tanta producción a tantos euros dan un total de todo eso. Superponemos una plantilla de excel al campo de trigo y caramba, caramba, encaja y cuadra. Andando por un bosque o una zona alegrada con variedad botánica ¿no se hace más llevadero y agradable el paseo? Aquí no se mide con la regla económica y queda espacio para el espíritu humano todavía. ¿Será por eso que recargamos nuestra alma de energía como quien enchufa un aparato eléctrico a baterías y sentimos bienestar refrescados al volver de la inmersión en la Naturaleza de donde hemos salido y por la que nomadeábamos hasta no hace mucho? Parece claro que nuestro espíritu o psique o llámese como se quiera también necesita mantenimiento.

Y siguiendo con las preguntas: ¿Qué hace tanta gente en el vivero un domingo? Me sorprendo de la repercusión de la convocatoria, esperaba menos arberos. Y no me sorprendo por las ganas que hay de salir por fin y resarcirnos de este año lluvioso sumado a la maravillosa sensación de reencontrarse con las especies en que no has reparado pero Pruden y otros te señalan con sus entrenados y expertos ojos. En tan buenas manos las plantas se transforman en amigos y cada vez conoces más, todas aquellas que te presentan habitualmente con nombre y apellido. Algunas son amigas íntimas del cicerone y lo sabes porque te relata con amplitud su historia (quizá una forma peculiar de polinización o algún otro detalle llamativo que solo se sabe desde el conocimiento profundo).

Otros ejemplares puede que sean meros conocidos pero el efecto que la actividad produce en su conjunto transmite una alegría contagiosa bien patente en las sonrisas que nos arquean las bocas y descubro en mi propio rostro algo sorprendido por no resultarme evidente su causa de inmediato. Diré en mi defensa que ayer me eché tarde y claro, las tontunas se van sumando como capas de cebolla.

A la numerosa concurrencia, ¡dieciséis personas! se añade Justino que con la experiencia de los años viene calzado con botas de agua dispuesto a compartir camino y conocimientos botánicos.

Agua no va a faltar, las nubes se sienten también parte del grupo y noto una atracción manifiesta en su generosa descarga de líquido sobre el campo y nuestras humildes y empapadas personas. No nos abandonan salvo algún ratito. Las comprendo muy bien, han visto generosidad compartiendo ahí abajo y se dicen: nosotras también tenemos mucho que dar, allá cae nuestra aportación. Una especie de ¡agua va! de buen rollo.

La zona está hermosa a pesar de algunos quejigos que parecen quemados por las heladas tardías y las flores chiquitas e incluso las raras se muestran en sorprendente abundancia para lo que esperaba. Orquídeas presentes y futuras, con y sin flor, rhamnus, espinos blancos repletos de bolitas de flor, talictrum tuberosum y otras “hierbas” nos dan la mano y nosotros respondemos que encantados no por educación sino de verdad. ¿Por qué si no íbamos a haber salido a esta sopa fría en tres dimensiones?

La fuente rebosa contenta de este año de lluvia y nos da la bienvenida desde su casa con puertecita de madera pintada en color verde. Antes, subiendo por una ladera del pequeño valle el tesoro que guardaba la cabeza y memoria de David se ha mostrado. Justino también ha seguido su rastro y descubierto la delicada flor.

¿Y qué más decir podría sin temor a cansaros? Solo quisiera agradecer el ambiente cálido y la generosidad compartiendo conocimiento bajo la lluvia, generosa a su vez, de esta primavera. Con el ojo de la mente imagino un vapor de camaradería surgiendo etéreo de los arberos al caer sobre ellos el agüita.

Un gusto, un placer, una delicia…

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