ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN

DEL BOSQUE AUTÓCTONO EN VALLADOLID

www.arba-s.org

arbav@arba-s.org

MARTES de 19:30 a 21:30 h. en el vivero:

Facultad de Medicina, entrada por c/ Real de Burgos s/n (frente a la residencia Alfonso VIII)

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El bosque en reposo

En estos días tan cortos, con densas nieblas y con alguna helada que otra, el bosque nos muestra su cara más triste y melancólica desde el punto de vista de los humanos, pero esto no es más que un tránsito y simplemente el bosque está en reposo. Cierto es que gusta ver un bosque engalanado y con los cánticos y sonidos de sus habitantes, pero la simplicidad de la época invernal también nos puede sorprender gratamente; Haz click aquí con el ratón



viernes, 2 de diciembre de 2011

Palazuelo de Vedija y el entusiasmo de Sergio

El pasado domingo 27 de noviembre un nutrido grupo de gente empleó la mañana para plantar en una ladera en el pueblo de Palazuelo de Vedija en plena tierra de Campos.
La mañana
se mantuvo cubierta por una persistente niebla, pero eso no restó ganas a los participantes y mucho menos a Sergio nuestro contacto en esa localidad y además el miembro más joven de ARBA-Va, que elaboró un folleto excelente para la plantación, puso indicadores de dirección hacia el terreno y salió al encuentro de un grupo de voluntarios venidos desde Valladolid.

Todo marchó a pedir de boca pues además los plantabosques tuvieron una exquisita comida que fue preparada por la madre de Sergio. Por lo que contaron triunfó el revuelto de setas de cardo..y de solo pensarlo se me hace la boca agua.

Savia nueva y el mensaje de ARBA calando en ella... el futuro está asegurado.


Participación: 48 personas

Especies plantadas:

55 quejigos, 100 encinas, 8 almendros, 12 jaras, 12 endrinos, 6 rosales, 4 majuelos, 10 saúcos, 2 aligustres, 2 cornejos, 2 boneteros, 6 jazmines,3 tamarices, 3 álamos y 5 sauces
.





Mira el fotoreportaje!


PDF del folleto de la plantación

viernes, 25 de noviembre de 2011

Plantación en Villalán de Campos



El pasado sábado 19 de noviembre había plantación en el pueblo de Efrén. Fuimos de nuevo a una de las parcelas donde José Luis está tomando nota de algunos experimentos al estilo de Aguilar de Campos.

El día amaneció lluvioso y continuó de esa guisa al llegar a Villalán, pero aún así acabamos plantando bajo la lluvia más felices que unas lombrices pues además de la plantación realizada, se pudo comprobar que lo plantando en años anteriores a prosperado en su mayor parte e incluso algún rosal y Dorycnium ya comienzan a tener sus primeros frutos.



Plantamos lo siguiente:

- 23 encinas
- 34 quejigos
- 6 rosales
- 4 majuelos
- 4 aligustres
- 4 cornejos
- 4 saucos
- 1 bonetero


Click aquí para ver las fotos

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Plantación en Aguilar de Campos

Ya son tres años los que cumplimos en la parcela de Aguilar de Campos!

El 13 de noviembre estuvimos en la Parcela Experimental que con maestría dirige José Luis.
Allí nos presentamos 13 personas como 13 soles y todo esto fue lo que realizamos:

Se plantaron 14 almendros en tres puntos de la parcela para estudiar su pervivencia.

Paralelamente al arroyo occidental se plantaron 8 rosales, 6 aligustres, 6 espino albares, 8 saúcos, 6 endrinos, 7 cornejos, 6 boneteros y 5 cerezos. Con el objetivo de crear un seto-corredor de arbustos de fruto que proteja los arroyos y la pradera comprendida entre ellos del seco viento del oeste, y a la vez pueda servir de refugio a las aves, y fuente de propagación de semillas por zoocoria.

También se realizaron tareas de mantenimiento en las islas (reposición de postes, retirada de avisperos de los protectores, recogida de protectores caídos y retirada de protectores colmatados por el Dorycnium).

Esto que voy a decir no es novedad, pero de nuevo nos zurzió el viento seco de tierra de Campos en esta parcela que poco a poco se cubre de vegetación ante la desolación de los alrededores.
Los Dorycnium plantados hace dos años dieron sus primeras semillas este verano y los quejigos y endrinos asoman imponentes por encima de los protectores rígidos, los espantalobos lentamente se están estableciendo al igual que las salvias que mantienen el tipo.
Junto al pequeño regato los saucos y sauces han soportado las elevadas temperaturas estivales y la larga sequía que este verano y parte del otoño hemos tenido.

Aunque no hubo una temperatura baja alguno de los plantadores sufrió algún catarrillo la semana siguiente, pero eso sí todos quedamos contentos con el trabajo realizado.


Con un click aquí verás las fotos de la plantación

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Plantación en Rábano

Este pasado sábado 5 de noviembre se realizó una plantación en colaboración con la asociación Puente viejo de Rábano. El lugar escogido fue la fuente del Pozuelo y la muy empedrada ladera que hay a su lado.

Se plantaron las siguientes especies:

- 21 fresnos (Fraxinus angustifolia)
- 50 encinas (Quercus ilex)
- 32 quejigos (Quercus faginea)
- 3 Nogales (Junglans regia)
- 14 Almendros (Prunus dulcis)
- 20 endrinos ( Prunus spinosa)
- 24 rosales silvestres (Rosa sp)
- 28 jazmines (Jasminum fruticans)


Participaron en total 25 personas.




Echa un vistazo a las fotos de la Plantación AQUÍ

y...puedes ver las fotos realizadas por la Asociación Puente viejo AQUÍ

martes, 8 de noviembre de 2011

Taller de reproducción y propagación de árboles y arbustos autóctonos 22-23 octubre‏

El fin de semana del 22-23 de octubre se realizó un taller de reproducción y propagación de árboles y arbustos autóctonos al que asistieron un total de 19 personas.

En la salida de campo se recolectaron semillas de fresno, en la ribera del Pisuerga a su paso por Valoria la buena y de encina , quejigo, espantalobos, jazmín, endrino, salvia, hisopo, Lavandula latifolia y Thymus mastichina en los montes de Cubillas de Cerrato (Palencia) y San Martín de Valvení (Valladolid). Se aprovechó también la ocasión para recoger estaquillas de Lonicera etrusca.


Durante la mañana del domingo se impartió una pequeña charla sobre métodos de reproducción y propagación de especies autóctonas, para luego dar paso a las prácticas de limpieza, tratamiento, almacenaje de semillas, y estaquillado.


Gracias a Marga y Mamen por las fotos!.







Pincha aquí para ver las fotos del taller

miércoles, 26 de octubre de 2011

Plantaciones Arba Va otoño 2011


Pincha la imagen para agrandar y si quieres descargarla, haz clic sobre ella con el botón derecho del ratón y escoge la opción Guardar destino como

miércoles, 19 de octubre de 2011

Taller de reproducción y propagación de árboles y arbustos autóctonos



Sábado 22 de octubre:

Se realizará una salida de campo por San Martín de Valvení para recolectar semillas de diferentes árboles y arbustos autóctonos; Fresno, quejigo, espantalalobos, jazmín, coronilla, salvia, lavanda, etc,también se recogerán estaquillas de algunos arbustos.

Se quedará en el vivero de ARBA-Va a las 9:30 h. Duración de la actividad: hasta las 14:00 h



Domingo 23 de octubre:

En el vivero de ARBA-Va;Limpieza, consevación, manejo y tratamiento de semillas. Reproducción vegetativa mediante esquillado.
Hora de quedada en el vivero de ARBA-Va: 10:30 h. Hasta las 13:30 h.

miércoles, 5 de octubre de 2011

1ª Asamblea regional de asociaciones para la conservación de la naturaleza



El pasado 24 de septiembre se celebró en Valladolid la 1ª asamblea regional de asociaciones para la conservación de la naturaleza. En esta reunión estuvo presente
Txomin que representaba a ARBA-Va.


Para más información pinchar aquí

martes, 27 de septiembre de 2011

En Bernedo con Sacolegui y otros amigos

Reducido ante la Naturaleza, una mota de polvo, un bichito pequeño de esos que te encuentras paseando por el campo. Así me siento mientras paso revista mental a la excursión por la montaña alavesa del último fin de semana de septiembre en este 2011, como en una foto de un paisaje grandioso donde se ven unas pequeñas figuras a lo lejos percibo que somos parte de ella, sujetos a todo tipo de contingencias, pero solo una pequeña parte. Por lo tanto, no cabe otra respuesta que la humildad y el respeto. A mi juicio no tenemos talla suficiente para pretender dominarla, ¡somos tan pequeños! Tan diminutos como un grano de arena zarandeado por las olas del mar. Y a través de las noticias periódicamente comprobamos con inundaciones y otras catástrofes naturales que Ella es quien tiene la última palabra. Los antiguos tenían una visión semejante. Pretendiendo protegerse y comprender creaban dioses de multitud de fenómenos y manifestaciones de la Naturaleza buscando el anhelado orden. Y me asombro; asombrado del sistema tan gigantesco que conforma ese ambiente natural que nos rodea y de que en muchos casos no sepamos convivir con él y nos pongamos en su contra cuando lo más sencillo sería remar a favor de su corriente vigorosa y constante.


Es viernes y hay que llegar al albergue de Bernedo para cenar. Y llegamos después de horas de carretera y 10, 10 euros de peaje con una tormenta en el cielo que lava la furgoneta a la vez que vacía las calles del pueblo. Allí ya se encuentran Rosa, Antonio y Juan Luis que será nuestro guía. La lluvia nos empapa dulce y suavemente mientras descargamos el equipaje y lo subimos a las habitaciones comunales. Hoy solo está nuestro grupo, mañana compartiremos alojamiento con una pareja joven de aficionados a la bici. Los coches rellenan el aparcamiento e inundan de txirpialeros alborotadores la plácida atmósfera del pueblo. Kepa, Adolfo y así hasta la docena larga de caras conocidas. Como luego comentaremos, solo han venido los fieles incluido Jesús de la Jacetania , una agradable e inesperada compañía.

A cenar a la mesa no falta nadie pues un segundo grupo llega desde Valladolid con el capitán Mario al volante. La lasaña en bloque prefabricada y el pollo con patatas nos dejan preparados para visitar el bar local. Noto a Adolfo comedido ante el plato, digo yo que si estará a régimen o si no le irán las cenas abundantes. Kepa nos informa del tapón de tráfico que han tenido que superar para salir de Bilbao debido a la fuerte contestación al cierre de una comunidad okupa auto gestionada en favor de la especulación urbanística, signo de los tiempos. Sorprende cuando afirma que han venido autocares del extranjero porque la comunidad era conocida por su gestión de actividades culturales de todo tipo incluso una escuela de circo.

Pitos me dirá con razón al día siguiente que “no era persona” en la cena. Y es que un dolor de cabeza y el cansancio del día y la conducción convierten el conjunto de conversaciones cruzadas en un zumbido muy molesto dentro de mi cabecita. Por suerte el paseo hasta el barete y la visita guiada conducida por Kepa a los mejores rincones del pueblo me despeja lo suficiente para dormir con provecho. Kepa señala una sentencia lóbrega escrita encima de la puerta de una pequeña ermita (La maldición de la madre abrasa la tierra y los hijos o algo semejante). La frasecita no es para leerla a solas en la calle vacía a las doce de la noche en esta tierra donde abundan los eguzki lore o flor del Sol --esos cardos clavados en las puertas como protección ante brujas, malos espíritus, rayos y otras amenazas-- y se dice que antes se juntaban las brujas en sus correrías y aquelarres fuera del mainstream social.

El sábado por la mañana se unen más txirpialeros que vienen a hacer el recorrido de hoy y regresan el mismo día. Ahí están Espe, Carmen, Conchi, Miguel… trayendo la primera la bota osadamente. El plan es recorrer el cañón del río Igoroin entre Musitu y Roitegui o Roitegi. Embocamos una carretera estrecha con vegetación abundante a ambos lados y un miñón (policía foral alavesa) indica que vayamos despacio. Unos metros adelante el todo terreno de este cuerpo policial y otro agente parecen perplejos. No es para menos porque un coche ha quedado volcado de lado encajado entre el pretil de un puente y la laderita exterior de la cuneta. Las puertas del copiloto y la trasera derecha se apoyan en el suelo y las dos ruedas del lado del conductor permanecen inútiles en el aire. Paramos en Maeztu a comprar pan en la tienda y fruta en el puesto al aire libre que ofrece también bacalao, encurtidos y verduras. Mientras unos compran, otros visitan un bar buscando ímpetu para el comienzo de la caminata. Una urna grande de obra contiene al santo policromado de la localidad y sobre ella, en el tejadillo una bola del mundo y la cruz latina imperando encima del orbe.
Eguzki lore y aldaba ancla

La parada se prolonga hasta que Juan Luis agita el látigo en el aire y grita después del chasquido: nos vaaamos! La caravana sobre ruedas sigue al coche del líder guardando los espacios adecuados entre sí dando curva a derecha, curva a izquierda… hasta Musitu donde cargamos las mochilas a la espalda, encajamos los pies en las botas y comenzamos a andar. Una pareja de perros de pelo cobrizo y ojos muy expresivos se acercan y nos acompañan durante todo el recorrido agitando la cola contentos. A veces se adelantan y si comprueban que nos hemos parado para ver tal o cual planta o el antiguo poblado que nos muestra Juan Luis dan media vuelta y se acercan de nuevo buscando caricias y tal vez algún que otro bocado.


A poco de arrancar la ruta, aparece una estatua en una bifurcación del camino homenajeando al caminante o al montañero. Se trata de una figura pequeña hecha con pernos y piezas de metal sobre una plataforma delante de una cruz latina de madera con un cortafríos puntiagudo atravesando el centro donde se unen los travesaños del que parte una pequeña mancha roja como queriendo significar el esfuerzo de excursionistas arriesgados o con mala fortuna que puede llevar incluso a dejar la vida en el camino.
La ruta es muy tranquila, no nos cruzamos con nadie y no se oyen coches, solo el bullicio de los excursionistas. La nueza negra con sus bayas de llamativo color rojo, los quejigos, serbales, avellanos, fresnos, serbales, enebros, olmos de montaña, arces, alisos, mostajos, rosales, hayas, boj, zarzales nos ven pasar por el camino del cañón junto con algún pájaro y cuando salimos a descubierto los buitres girando plácidamente arriba en sus térmicas nos contemplan.

El cielo permanece muy nublado lo que nos alivia del calor. La temperatura es ideal para caminar y como suele ser habitual se forman varios paquetes separados de excursionistas de acuerdo con el ritmo de avance. Los que vamos en cabeza tenemos la suerte de ser testigos de una curiosa ceremonia: se oye el batir característico de la percusión de un txalaparta y cuando cesa un grito de adiós prolongado y potente rompe el aire. En un pequeño claro donde miramos hacia arriba podemos ver como asoma una fila de personas en una zona de borde rocoso del cañón. Alguien dice que están arrojando las cenizas de un difunto y en ese momento todo encaja, parece tratarse del homenaje póstumo a alguien que seguramente quiso reposar donde ya permanecía su corazón.

Un sendero se interna hacia el río Igoroin buscando los restos de un antiguo molino que nos sirve como excusa para reponer fuerzas con un ligero y breve tentempié mientras los perros caracolean alrededor y se bañan en el río en su actividad imparable.

Cerca de allí un muro o por mejor decir los restos de un muro grueso de piedra semiocultos en la penumbra entre la vegetación indican la ubicación de un poblado antiguo con su fuente de aguas claras cuya pila sirve a uno de nuestros amigos perrunos para beber, curiosamente no desde fuera. El can se mete de rondón en la pileta a ras de suelo enturbiando el agua y bebiendo a continuación. Durante un rato todos huimos de él, nadie lo quiere tener cerca para no recibir una ducha cuando se sacuda. A pasito, a pasito ascendemos una pendiente y llegamos a un mirador sobre el barranco del Igoroin desde el que podemos ver el cañón en un corte transversal pleno de vegetación todavía con predominio verde en el recién estrenado otoño astronómico. Esperamos a los rezagados descansando y tentando algunas botas de vino. Adolfo se sienta en una roca-trono y uno de los perros se sienta a su izquierda en el suelo: ambos se miran y se sonríen como un rey y su fiel vasallo en una corriente de mutuo aprecio para a continuación mirar mi cámara y seguir sonriendo disfrutando el momento. Pitos casca unas avellanas para recuperar fuerzas, Kepa acaricia a uno de los perros. Antonio hace gala de su gran caja torácica y anuncia su presencia desde lejos su audible voz. Ya estamos todos otra vez en pelotón y retomamos la marcha hasta el cercano pueblo de Roitegi. Salimos del cañón y a lo lejos asoma apenas Onraita sobre la tierra labrada. Accedemos a la carretera que nos lleva a Roitegi ocupándola de parte a parte sin que un solo coche deshaga el grupo. Pruden descubre en la cuneta unas moras grandes y jugosas y ahí estamos agachados recogiéndolas como los antiguos cazadores-recolectores. Llamadme pesado si queréis pero nunca me cansaré de admirar y celebrar la generosidad de mamá Naturaleza.

El pueblo recibe a los caminantes recogido sobre sí mismo como corresponde a la hora de la comida. Llegamos al frontón cerrado en su lateral derecho por el pórtico de la iglesia en el que sorprendemos a una bandada de ocas blancas que se inquietan al ver cortada su salida por un montón de antropoides bípedos. Juan Luis pide que les abramos paso para que se retiren pero Antonio motu proprio decide hacer ejercicio antes del lunch y comienza a perseguirlas. Por suerte para él no le hacen frente y en formación digna de ballet emprenden la retirada a toda prisa con las alas desplegadas. 
Estela con estrella

La pared larga del frontón presenta en la parte trasera una abertura que remata en arco de medio punto para acceder a un huerto. En esta zona de Álava, en cada pueblo, ves unas huertas perfectamente ordenadas con variedad de verduras, hortalizas y siempre unas flores como concesión al utilitarismo popular. La tierra es buena porque da gloria ver los productos hortícolas.
Al lado de la iglesia, en un cercado un caballo pinto marrón-colorado y blanco de poca alzada se acerca con la curiosidad de su raza a saludar.

Comemos sentados en dos bancos corridos uno en la trasera del frontón y otro en el lateral de la iglesia y movemos un banco de madera con respaldo para comer frente a frente. Los alimentos van rodando y la variedad es considerable, desde el típico embutido hasta el paté de berenjena asada con tahín de Jesús.

En el pueblo no hay un bar donde tomarse un despabilante café así que después de comer recogemos y volvemos sobre nuestros pasos hacia el barranco de Igoroin. El ritmo del paso es más constante y tardamos menos en volver hasta Musitu donde un manzano presenta un peculiar sistema de alarma antirrobo/anti pájaros formado por un par de cencerros colgados de las ramas.
Reunido el rebaño y embutido en los coches nos vamos hacia Maeztu y paramos en el bar de Virgala Menor ¿o tal vez sería Virgala Mayor? En cualquier caso Juan Luis nos lleva a la laguna Olandina entre las dos localidades, ahora sin agua y convertida en una ciénaga poblada por nenúfares blancos sin su flor, solo visible en primavera. A la orilla del barro una menta que parece poleo perfuma nuestros pies. La laguna se encuentra totalmente oculta por árboles de buena talla en una depresión del terreno rodeada de tierras de cultivo. La laguna tiene su leyenda que Juan Luis escenifica a su pie: en los tiempos de érase una vez había aquí un castillo y una joven mendiga llamó a la puerta pidiendo limosna (pom, pom) y solo le dieron con la puerta en las narices. Como no era tal mendiga sino la Virgen (supongo que de ahí los topónimos de las Virgalas) condenó a la fortaleza a ser deglutida por la tierra en un gesto purificador estilo Antiguo Testamento.

Abordamos la laguna por el otro extremo en el que hay un pozo de fango que recibe unas cuantas piedras como saludo devolviendo un curioso sonido sordo de chapoteo y un apestoso olor a materia orgánica en descomposición. JuanLuis bromea con la desaparición de ciertos coches dentro del cenagal y pienso en la magnífica Psicosis de Hitchcok.


Desde las tierras de labor ya cosechadas se divisa a lo lejos a través de un pequeño hueco en una barrera arbolada la torre de una iglesia blanca. El relieve es ondulado con colinas y montes redondeados por la erosión. Como todavía hay luz y tiempo JuanLuis conduce a su rebaño hasta el bonito pueblo de Antoñana que está en fiestas con la juventud luciendo los trajes tradicionales. En la plaza hay un festejo ruidoso y el bar recaudatorio de modo que la población se agrupa en ella y el resto del pueblo con sus murallas y su iglesia se brindan casi vacíos a nuestra mirada de turistas. A la entrada del recinto amurallado una ristra de pimientos rojos alargados cuelga bajo el marco de una ventana para secarse y la villa ha erigido un monumento homenaje a la abeja con piedras calizas y antiguas colmenas hechas con troncos de árbol vaciados alternando dentro de una caseta sin pared delantera. Antoñana es un pueblo amurallado precioso con multitud de pasajes techados entre calles y pequeños rincones encantadores con construcciones de piedra. En el dintel de madera de una puerta un vecino curioso ha clavado mariposas y polillas por ejemplo un ejemplar de esfinge calavera. Un pasaje con escaleras muestra un par de ruedas de carro puestas en la pared. El rincón es tan recogido y agradable que un par de muchachas vestidas con traje típico se retratan en él y saludan educadamente. Un balcón de piedra con tejadillo y una barandilla de madera adornado con flores destaca en lo alto al lado de la iglesia. David me señala un estramonio de jardinería con flores blancas de forma atrompetada junto a la torre de la iglesia. Si no es por él ni me hubiera enterado. Es un lujo caminar con personas que saben de un tema y comparten su conocimiento generosa y modestamente.

Algunos txirpialeros que han venido por la mañana se despiden y nos quedamos sin Espe, Carmen, Conchi, Miguel… Retornamos a los coches para ver si saltamos al albergue, nos duchamos y cenamos, de cena hay anunciada una parrillada y el encargado del albergue y cocinero es argentino así que la cosa promete. Al llegar está en el soportal con una parrilla de dos metros y medio de largo por lo menos mientras en una carretilla se quema madera para formar las brasas. Junto a él un vecino que compartirá con nosotros la cena y el alojamiento presencia la escena. Es la mitad de una pareja de ciclistas que recorrerán alguna de las múltiples rutas para bicicleta de todo terreno que hay por la zona. Antes de empezar a cenar llega Alfonso y Jesús nos muestra en el ordenador sus fotos de flores, iglesias y monumentos que ha tomado en sus recorridos pirenaicos. Tenemos un hambre de lobo y bajamos varias veces a ver si ya está lista la cena. Cuando todo está dispuesto, empezamos a devorar los chorizos, chorizos criollos y morcillas a los que se suman churrascos de vaca y unas fuentes e ensalada variada con escarola, rúcula, etc. Adolfo habla sobre una persona muy callada y defiende la idea de que no todo el mundo se expresa a través del mismo medio y hay personas silenciosas que hablan a través de la escritura, la fotografía… Me quedo sorprendido pensando en ello. De postre unas natillas y a continuación caminito del bar para tomar el digestivo y pasear la cena. Kepa nos pasea otra vez por el pueblo para bajar los espirituosos y de nuevo se vuelve al bar. En él la parleta se generaliza ayudada por pacharanes y orujos pero he de dar el saco de dormir a Alfonso ya que está en el maletero de la furgo así que en un momento dado me retiro hacia el albergue sabiendo que no voy a volver al bar.

En la ventana de un cuarto se recorta la silueta oscura de Antonio contra la luz fluorescente que ilumina la pared interior. Me recuerda viejas películas de los Cárpatos con un noble de figura escalofriante.

Le paso lo suyo a Alfonso y cuando giramos el picaporte para entrar al albergue la puerta no se abre. Como son puertas de seguridad que solo se pueden abrir desde dentro empujando una barra horizontal si están cerradas con llave vuelvo a donde Antonio y voceo pero no hay respuesta así que empiezo a tirar piedrecitas hasta que asoma y le pido que baje a abrir lo que hacen en pareja Juan Luis y Antonio con su expresión burlona. Dejamos un cogedor bloqueando la puerta para que no se cierre y por fin salto sobre la litera y relleno el saco de dormir. Me quedo dormido tan profundamente que no me entero de cuando llegan los más trasnochadores.

A la mañana siguiente me despierto temprano y la débil luz del amanecer más allá de las ventanas deja ver unas cintas de niebla flotando perezosamente a media ladera de los montes. Lejos se oyen los ladridos de una jauría de perros de cazadores. Poco a poco se levantan los durmientes y se baja a desayunar el rico pa amb tumaca, bacon, huevos, cereales…

Vamos hasta Korres donde destaca la puerta de una casa de madera tachonada con un eguzki lore y un buzón de madera labrada con un motivo de hojas de roble y bellotas, una aldaba en forma de ancla y la llave de estas grandes antiguas puesta por fuera. Encima de la puerta una estela de piedra blanca con una cruz de cuatro brazos y una estrella llama la atención por su cuidado y belleza. Más arriba aún, el balcón rebosa de geranios. Al lado un poyo de madera invita a sentarse. El conjunto es magistral.

Entramos en el Centro de Interpretación del Parque Natural de Izki. JuanLuis consulta para hacer una ruta circular y le aconsejan recorrer un tramo de la numerada con el 15 y continuar hacia la presa de Aranbaltza y hasta el pueblo de nuevo. La ruta comienza con un sendero estrechico engalerado de vegetación. En una de las paradas rodeados de arbustos y árboles comienzan a llegar ciclistas ascendiendo la cuesta con esfuerzo y un desarrollo fácil de mover. Hacemos un pasillo y les jaleamos. Ellos responden con buen humor y cada uno que pasa nos informa de cuantos quedan por llegar. Un rato más tarde nos alcanza la pareja mixta de ciclistas del albergue y se paran un ratito a parlar. Vemos arces de tres tipos por lo menos: de Montpelier, campestre y opalus. También hay quejigo y encina, boj, gayuba, serbales, tojo, enebro y algunos Sorbus torminalis.

Peñascos blancos se alzan, visibles solo a través de huecos en la vegetación y un mirador nos asoma a la Muela, peña el Santo y peña el Castillo donde dicen que hay restos antiguos de uno, pero dada la inaccesibilidad aparente de la misma me pregunto si no será una leyenda sin fundamento real. El paisaje no tiene grandes alturas y está muy erosionado. La capa verde de la vegetación cubre el área salvo en los cortados. Caminamos ya de vuelta cuando llegamos a la presa de Aranbaltza y nos alcanza un grupo familiar nutrido y ruidoso. Estamos cerca del pueblo y abandonando el embalse bajamos hasta una zona al lado del río Izki con mesas y una fuente para comer al aire libre. Allí encontramos un buen grupo de niños y padres. Algunos de los primeros están disfrazados de indios y se expresan con el volumen habitual de la infancia. Los mayores llevan unas enormes medallas y el ambiente es de juegos, casi de campamento. Comemos en una mesa y en el suelo alfombrado de hierba moviéndonos con el Sol para permanecer en la sombra de los chopos y después se intenta por parte de algunos ilusos como el que suscribe intimar con el sueño pero los maléficos en vigilia no lo permiten. Y en un momento dado cuando baja la marea de la siesta se empieza a lanzar la idea de llegar a Korres para tomar el cafecito. En el bar, tanto fuera como dentro intercambiamos teléfonos y remoloneamos antes de la partida porque se suele hacer difícil decir adiós. Pero hay que continuar. Los más raudos ya se han ido y los demás quedamos repartiendo besos y sacudidas de manos y recomendaciones para que oye os vengáis y si avisáis mejor, pero si no avisáis y estamos pues bien también.


Si la eternidad fuera uno de estos gratos momentos compartidos detenidos…





Eguzki lore o flor del Sol
 




martes, 9 de agosto de 2011

Nasío pa' filmar la Naturalesa


Aquí teneis un segundo documental de David. En esta ocasión asistimos de su mano a la eclosión de imago (insecto adulto) de una hermosa Papilio machaon. Durante los primeros cuarenta segundos se puede observar como la crisálida se llena de aire.

viernes, 1 de julio de 2011

Mimercofilia por David

Y eso qué es? Pues aquí teneis un video espectacular de nuestro David para enterarse de ello.

No solo tiene el mérito de haber sido rodado bajo un Sol ajusticiador sino que también explica de manera clara y concisa una de esas asociaciones fascinantes del mundo de los insectos. Bravo por el autor!!

Atentos al minuto 4:00 de este documento.

viernes, 24 de junio de 2011

Obarenes, junio 2011


Envueltos por la noche llegamos al albergue de Quintana Martín-Galíndez. En la comarca son aficionados a largos nombres en algunos casos como este. De día el edificio parece una de esas estaciones antiguas construidas con piedra caliza. Pero por aquí no pasa ningún tren, solo líneas de alta tensión. Llegamos cuando todo el mundo está acabando de cenar. Raúl ha salido a recibirnos con la cortesía que se estilaba antaño y nos da las primeras indicaciones. No nos entretenemos mucho y aterrizamos sobre unos macarrones pigmentados de color anaranjado desprendido por trozos de chorizo.Parece que estrenamos el albergue, todavía se huele la pintura y todo es novísimo, sin acusar los signos de desgaste que produce el uso. Pensado para grandes grupos, las habitaciones con literas son enormes --excepto una para cuatro personas-- y los baños tienen espejos a la altura de los niños. Nuestra habitación es amplia y repleta de literas repartidas con sitio suficiente para moverse entre ellas. Armarios de taquillas pegados a la pared se disponen entre las literas de dos pisos. Las ventanas no tienen cortina ni persiana así que cada vez que pasa un coche por la carretera contigua vemos sus intensa luces barrer las paredes correspondientes.
Los txirpis han acudido en mayor número que los arbavas y en seguida destaca Adolfo y su risa estentórea. Es un placer poner los ojos encima a toda esta peña y medio saludarles en el planeo de aproximación hacia la cena. Aún no hemos acabado de deglutir y Raúl desenfunda su pistolón y lo posa encima de la mesa junto a la caja de caudales delante de nosotros una vez que el comedor ha quedado despejado y gentilmente nos aligera con firmeza del peso de los euros que ha adelantado para pagar comida y cama.La cena se acelera para cumplir los horarios del albergue que se oscurece en teoría a las 12. Un grupito se queda viendo la tele en un salón de la planta baja, pero poco tiempo después comienzan las bromas resignadas sobre ronquidos. Y aunque los virtuosos han sido gratificados con una habitación para ellos solos pronto se comprueba que nos hemos reservado la compañía de algunos maestros de conservatorio de forma que el roncón de la gaita nos acompaña todo la noche. Afortunadamente, nuestro rincón queda alejado de los roncadores. El Padre nos bendice con su torrente de verbo florido para antes de dormir y creo que algún roncador cae fulminado como por un rayo ante semejante poderío verbal. Las luces se apagan pero el padre enciende un candil y continúa en la labor de preparar su siguiente sermón.
Las fuertes luces de Sol nos despiertan bien temprano, mucho antes de la hora del desayuno y los impacientes comienzan a levantarse y susurrar entre ellos en un primer momento para una vez fortalecidas las cuerdas vocales y la confianza basada en su número, elevar el volumen del runrún hasta hacer desear haber venido con un grupo de mudos a los que permanecemos en horizontal. Y a continuación, el tráfico hacia el baño y las duchas pasa a tener nivel amarillo con momentos puntuales de nivel negroEl desayuno es un guirigay potenciado por la mala acústica del comedor. No es que se pueda pedir a un comedor la de una sala de conciertos, pero algo en la disposición de paredes y techos produce una intensificación del sonido con picos cada vez que Adolfo lanza su risa potente. Es como si el sonido formara olas que cayeran encima de sí mismas y se reforzara.
Por fin nos ponemos en marcha coche tras coche en busca de la cruz del Pico Humión. En el camino encontramos belladona, heléboro y disfrutamos de las explicaciones botánicas de Pruden y entomológicas de Óscar, cada uno dominando en su campo. Ambos desarrollan su discurso sin sobresaltos, con la solvencia, seguridad y calma que da el conocimiento profundo de una materia y lo mejor, sin importarles repetir algo a los pesados que zascandileábamos alejados y no nos hemos enterado.
A lo lejos vibran en el aire los tonos graves de una música parte de una celebración campestre en la que entre canciones tan sugestivas como el tractor amarillo se reparten bollos preñaos, vino y chapas, bolígrafos y pulseritas a favor de la cercana central nuclear de Sta. María de Garoña ubicada en un meandro del Ebro. Aquí el grupo se divide y mientras unos suben a velocidad superlumínica, otros ascienden remoloneando y algunos más se quedan temporalmente en la fiesta papeando y bebiendo. Los walkie talkies no logran disipar las nieblas de la anarquía grupal, el mío está estropeado y no emite voz, pero al final casi todos nos encontramos en la cima del pico Humión salvo los que desde el lugar de la fiesta regresan al punto de partida, el pueblo de Santa Mª de la Cubilla donde se han aparcado los coches. Comemos en la cima los que comemos en la cima. Ahora Sol, ahora nubes delante del Sol y viento frío, recorremos varias estaciones en el rato que dura la comida. Las vistas son excepcionales con el Ebro haciendo cinta y eses allá abajo entre parches de terreno pajizo limitados por setos verdes de matorrales o árboles; en la otra vertiente se divisa el hayedo que hemos cruzado para subir y los huesos de roca de la montaña burgalesa vestidos en gran parte por la vegetación.
El descenso después de oler las pequeñas y fragantes rosas rojas de montaña refugiadas en los huecos de las rocas va a tirones como es habitual en los paseos botánicos ya que cada vez que se encuentra algo interesante, Pruden forma corrillo de excursionistas díscolos a su alrededor. Poco a poco descendemos y en la ladera encontramos frutos de Fritillaria y un único ramillete de flores blancas de Talictrum que flotan sobre un matorral verde achaparrado como si fueran una nube zen decorando el cielo azul del verano que está a punto de llegar. Andando y andando aparecen matas de arce de Montpellier.
Cruzamos un portalón con un curioso y enorme cerrojo realizado con un trozo de tubería y unas soldaduras. Sin que aparezca el Fraxinus ornus o fresno de olor citado en esta zona dentro de una avellaneda embocamos el camino que lleva al pueblo donde los lugareños están en la calle y los que han llegado primero azotados por el látigo de su impaciencia y sus nervios charlan sentados
en bancos al lado del bar. Esos mismos impacientes, una vez descansados, son los que se suben antes a los coches y arrancan hacia la señorial villa de Frías, con castillo en alto y puente con puerta de piedra a su mitad quizá para franquear el paso únicamente al pagador del portazgo. Frías y sus piedras están preparadas para el turismo con aparcamientos y bares. También la huerta hace su aportación a la economía del lugar a juzgar por los invernaderos que reposan en el extrarradio extrañando a los ojos que los ven por primera vez contrastando con el aire medieval de la ciudad. La visita pausada es tardía y por ello no nos permite entrar al castillo pero sí disfrutamos del aroma de los tilos que perfuma el aire junto a él y de las vistas que ofrece esta atalaya.
En un momento dado aparecemos en una ermita cerca de Frías, situada en un desfiladero en los alrededores de Tobera, casi unida a la pared de piedra que protege sus espaldas. Un puente de piedra con joroba delante de ella está siendo restaurado. De aquí arranca un sendero-galería envuelto en vegetación y rodeado de quejigos que ascendemos hasta llegar a la misma pared de toba superando un abrigo de roca donde en caso de tormenta tal vez se refugiaran nuestros antepasados. La ermita no es espectacular y unos cerezos repletos de frutos junto a la carretera se convierten en las estrellas del momento. Las cerezas están buenísimas, muy sabrosas, aunque el acceso a ellas es difícil porque los árboles crecen en la ladera pindia del arroyo que cruza el puente jorobado y quedan muy altas en su mayor parte. Además el suelo está completamente cubierto de vegetación de manera que no sabes donde pones los pies. No obstante, los visitantes que pululan por la zona nos han visto recolectar y rápidamente imitan el proceder en lo posible.
La tarde entrega muy lentamente el testigo a su hermana más morena y dado que hay que llegar a cenar a hora temprana iniciamos el regreso hacia el albergue y llegamos con tiempo para la ducha de algunos, el zumbido y el remoloneo general y la puesta en horizontal de unos pocos.
La cena es frugal para compensar el desgaste del día: una ensaladita y unos sanjacobos que de santos tienen poco y de queso menos. Y de postre una manzana golpea en la boca del estómago destruyendo la ilusión de algo contundente que acabe con el hambre. Pero también hay cerezas del pueblo de la jefa del alojamiento, algo es algo.Luego el personal se ducha o espera a los que se duchan en segunda sesión para bajar hasta el pueblo y hacer gasto en algún bar. Por mí parte, cansado y engorrinado, perfumo el baño con esencias propias mientras leo un suplemento que me facilita gentilmente Conchi. En ese momento entra Paz y me canta aquello de son tus perjúmenes, buen hombre, los que me sulibeyan. Después me ducho con tranquilidad e intento reposar en la litera a sabiendas de que en un momento dado va a llegar la peña y desvelarme. Dori, encogida como una oruguita ya duerme cuando asomo por la ventana y recibo el golpe deslumbrante y traidor de las largas de un auto que circula por la carretera.
Un rato después Espe y la Pequeña Ana que han estado jugando en el exterior del albergue a la peonza y se han quedado dormidas viendo programas de la televisión-nana en el salón suben las escaleras y se incorporan a sus literas. A Ana le corresponde la de arriba y esta noche cuento menos vueltas que la noche de ayer. Está rendida de la jornada pero tanto ella como su hermana Inés no han pronunciado una sola queja de cansancio a lo largo del día.
Por fin, como previsto, las mesnadas txirpi-arberas regresan con fragor al principio, descendiendo después, siendo sustituido con brevedad increíble por los ronquidos de otra noche de sonidos compartidos. Se nota el sábado y que este pueblo es grandecito y atrae a los amantes de la vida nocturna embutidos en un número mayor de coches que la noche del viernes.
La alborada penetra por las ventanas cuando se oyen rumores de alguien que desea ser silencioso para no despertar a los durmientes: Óscar sale a “cazar” fotos de flores en el ultravioleta.
Las luces del Sol se cuelan de nuevo por las ventanas y a pesar de tener por un lado una toalla y por el otro el edredón granate de la pequeña Ana cubriendo casi todo el hueco entre la litera inferior y la de arriba el brillo del Sol se cuela hasta los ojos y hace imposible seguir durmiendo. En el turno de baño coincido con Conchi que me toma el pelo porque desconozco que hay pintalabios como el suyo aplicables con un pequeño pincel del que hace uso frente al espejo. La variedad de los afeites no es infinita, pero casi. Un globo aerostático se acerca a la Luna dentro del marco de la ventana.
Ayer hacía fresquito e incluso frío a la sombra o con el Sol tras las nubes, hoy la atmósfera está completamente en calma, no hay un soplo de viento y el cielo despejado hace prever que el calor apretará y vamos a sudar más que Bud Spencer en el Sahara. Así que el grupo saca los frascos de crema solar y empieza a aplicarla. Pitos me embadurna gentilmente con el potingue solar por suerte para mí ya que no quiero quemarme la cara como ayer. La jefa del albergue hace una foto de la pandilla en el exterior como grupo inaugural de las instalaciones; colgaremos dentro de un marco, quizá?
En un salto los coches, la panadería del pueblo y la carretera que conduce a Montejo de San Miguel reciben la impronta grupal. Aquí se aparca donde es posible, el pueblo es pequeño y pacíficamente lo invadimos bastante. La iglesia está abierta pero nosotros caminamos hacia nuestro propio santuario siguiendo un itinerario botánico salpicado aquí y allá con cartelitos que nombran a pie de especie a esos convecinos con raíces.El sendero acompaña en el primer tramo al Ebro y nos ofrece delicias como una orquídea Epipactis a la sombra o una Blackstonia perfoliata sonriendo con sus pétalos amarillos y sus hojas siamesas. También hay una madreselva de nombre Lonicera xylosteum con frutillos y hojas pareadas, cornejo (Cornus sanguinea), rubia, Vincetoxicum nigrum, Viburnum lantana y Viburnum tinus, dos especies de durillo, hierba betunera (Bituminaria bituminosa), Dorycnium hirsutum, vulneraria, spirea y más que dejo para otro día tal vez. Luego se gira a derecha y asciende hacia el cerro de San Miguel mientras abundan las orquídeas Anacamptys piramidalis. Despojados de la agradable sombra vegetal de la orilla del río reposamos con frecuencia empujados a ello por el calor y la pendiente que culmina en una ermita junto a la que Óscar literalmente tirado en el suelo retrata las vainas todavía verdes de una planta de Espantalobos.Para cuando llegamos a la ermita el grupo de los adelantados que han partido en la pole position ya han acabado el recorrido circular y llegado de vuelta a Montejo de S. M.
La buena de Ana nos da indicaciones a través del walki talki para que vayamos por el camino correcto y si queremos ver las carboneras bajar por el camino así indicado y luego dar media vuelta para volver al pueblo tomando el otro camino.Mario y yo tomamos la delantera en el descenso y llegados a una bifurcación donde Juan Luis ha dejado un palo cruzado en el suelo con una nota debajo escrita en un papel indicando el camino correcto, picados por la curiosidad, los dos seguimos el camino que no es y la falta de “ortodoxia” es recompensada con un mirador sobre roquedos, barrancos y la vista de un par de aves que Mario identifica como alimoches remontando lentamente el vuelo. En ambos, debido a su cercanía, se distingue claramente el color amarillo de su cara y parte del pico.El camino es cuesta abajo, amplio, de doble rodera y en poco tiempo los dos alcanzamos el pueblo donde a pesar de llegar los últimos recibimos como premio la contemplación de una Vanessa atalanta libando las flores blancas de un seto de aligustre. Entramos en la plaza detrás de la iglesia donde el personal se ha sentado en unas mesas bajo un techo de vigas de madera sin paredes que descansa sobre columnas de escasa altura apoyadas en un murete de piedra. Es una zona de esparcimiento junto al bar donde se está más fresco que en cualquier casa. Adyacente a ella se extiende una pista segada con una gran plancha de hierro que ocupa buena parte del suelo rodeada de un murete de piedra. Alguien dice que sirve para jugar a los bolos tradicionales. Un moral añade sombra al conjunto con sus corazones aserrados verdes y sus frutos sin madurar.Un avispado explorador ha ojeado los alrededores y descubierto un bar con terraza sobre césped sombreado con plátanos de paseo al lado del río ¿qué río? Pues no sé, pongamos que el Ebro. Aquí nos tomamos helados y cafeses o la bebida que sea con mucho hielo o muy fría. De hecho, dejamos al bar al borde del agotamiento de sus existencias de hielos lo que con el calor reinante me convence de forma irrefutable de que el fin del mundo está cerca. Agoreros y pájaros de mal agüero, déjense de tonterías de 2012 y calendarios mayas. Un día de junio de 2011, con un calor canicular sin hielos en un bar, eso sí que es el fin del mundo.
Ese calor nos descalza para sentir el placer de apoyar la planta del pie sobre la hierba fresca. Me tiendo sobre el césped y Paz de motu proprio me masajea el cuero cabelludo con presiones diferentes resultando en una relajación que por poco me deja dormido. Al levantarme, Dori me ve poco atento y se sube a caballito. La despedida nos separa no sin que le estampe besos extra a Kepa que me mira entre receloso y ligeramente alarmado. No te preocupes Kepa, sigo siendo el mismo que el año pasado puso a enfrescar la bota nueva de vino de Espe en un arroyuelo cuando paramos a comer en la salida a las hoces del Ebro. Aunque los Txirpis se van pa’ Bilbo y la distancia pronto nos separa seguimos unidos en el deseo de frescura y ellos pararán en la piscina fluvial de Pedrosa de Tobalina y nosotros haremos lo propio en Tobera donde admiramos las cascadas que forman toba o bajo un puente gozan de una cortina de hiedra formando un rincón bellísimo. Aguas abajo, aún dentro del pueblo, unas piedras intermitentes permiten cruzar el curso de agua y sentarse a remojar los pies.

Lejísimos, a más de 20 millones de años luz, en la
galaxia Messier 51 la supernova SN 2011dh, una estrella que ha estallado, aumenta de brillo sin que seamos conscientes de ello. El universo es muy grande, pero las salidas de Arba y los Txirpiales también, eh?



Agradecimiento a Óscar Aguado por sus magníficas fotografías

Indice de fotografías:

· Campos de Frias al atardecer
· Melanargia lachesis libando en Scabiosa
· Lysandra bellagus libando en Lotus sp.
· Campanula hispanica polinizada por Andrena sp.
· Catananche coerulea, flor y capullo
· Lathyrus odoratus
· Txirpis y arbaveros en el monte Humión
· Reposando en Sta. Mª de Cubilla
· Echium vulgare con Maculinea arion macho libando el néctar
· Marys Poppins en el Humión
· Catananche coerulea en el visible
· La misma flor en el ultravioleta, tal como la vería una abeja
· Catananche coerulea y díptero polinizador
· Ceramius sp. libando
· Halictus sp. polinizando Erodium gaucoides
· Semillas de Lunaria sp.
· Lino blanco
· Arberos en monte Humión
· Una cascada de Tobera

martes, 21 de junio de 2011

Blog recomendado

En la última salida de los Txirpiales y Arbavas contamos con la presencia de lujo del investigador Óscar Aguado especialista en lepidópteros que se desplaza por los campos y montes con frecuencia retratando flores e invertebrados.

Ultimamente hace hincapié en la fotografía ultravioleta para permitir que veamos como lo haría un insecto. Echad un vistazo a su web colorida y magnífica, es un gozo para la vista:

http://www.lepidopteros.com/

viernes, 13 de mayo de 2011

Queremos esquiar en San Glorio??

Elvira de Arba Colmenar Viejo (si no me engaña la memoria ram) envía un par de direcciones para obtener información y oponerse a la estación de esquiar.

http://www.20minutos.es/noticia/987233/0/

http://www.peticionpublica.es/PeticaoAssinada.aspx?pi=P2011N6969

Como dice el maestro Rosendo, agradecidooo.

Upupa epops

A la hora de la siesta me siento con los prismáticos a mano todo lo inmóvil que puedo cerca de un nido de abubilla que aprovecha un agujero bajo el alfeizar de una ventana en una pared de tapial.
Y acierto con un período intenso de alimentación de los polluelos que pían reclamando alimento cuando se acerca un progenitor con ceba en el extremo de su pico largo y afilado y se posa en el umbral del nido. Uno de los padres, digamos la madre, trabaja con rapidez sin darse descanso: vuela alternativamente hacia la hierba y nada más encontrar un gusano u otro delicatessen abubillero hacia el nido. Para localizarlos hinca el pico en el suelo usándolo como una especie de eficaz sonda de pequeños bocados.

Una segunda ave (llamémosle el padre) llega volando y trae ceba de tamaño mayor en el pico. La primera vez que lo veo se acerca intermitentemente cuatro veces en vuelo hasta cerca del nido y se da la vuelta sin entregar el alimento ni posarse en el agujero que es el hogar de su prole. Tras ello se posa en una rama cercana y permanece observando a la espera. La madre lanza su gruñido áspero o advertencia cada vez que se posa en la boca del nido. Cuando le encuentra cerca del agujero, se encara con él sin mucho ímpetu y lo aleja.
Por fin, al quinto intento, el padre les suministra el bicho a las crías. Después de este ritual que si sí, que si no, vuelve con otro insecto grande en el pico y lo da a sus pollos sin más.

La Encina es un pueblo

La casa rural donde nos alojamos es amplia y conjuga en su interior sin estridencias el sabor de lo antiguo con las comodidades y la estética más actual. Los suelos han conservado las baldosas con el dibujo original, esas pequeñas baldosas cuadradas con diseños que veíamos antes en las casas del pueblo, en la casa de las abuelas. Era la casa de la abuela o la casa de los abuelos? Y por qué? Sólo he conocido a mis abuelos maternos. A él durante poco tiempo y me intriga todo lo que me habré perdido por un cruce tan ligero de nuestras vidas, nublando la mirada interior con una veta de melancolía. Toda mezcla nos enriquece y sin sentido, inútilmente --lo reconozco-- me entristece aquello que no viví, el “y si…” dirigiendo la alborotada reunión de los sentimientos, lo que no ha sido pero pudo ser, no es y no será. A veces casi sobrecoge darse cuenta de todo lo que se han llevado las aguas del olvido con su constante batir en las costas de este mundo como un extraño tipo de muerte en vida.

La casa es una labor de amor, no un amor contemplativo, de mirada reposada sino activo, de obras. El conjunto lleva a percibir un aura de detalles realizados o conservados con cariño, desde la elección de las lámparas de la habitación que ocupé, pasando por las ventanas con cierre de falleba, cuarterones y visillos blancos con encajes calados o la presencia de visillos y cortinas en el gran salón de alto techo que deja ver el entablado de vigas de madera primigenias hasta la panera con su carro de madera de enormes ruedas dispuesto en un rincón. A través de los detalles, mirando con el ojo del corazón se ve como son las personas que han creado la casa, su espíritu, de la misma forma que puedes reconocer a un artista determinado por lo que se puede llamar su estilo. El pueblo es La Encina, en el suroeste salmantino, cerca de Ciudad Rodrigo. La casa se llama Buena Vista –tiene una terraza exterior desde la que se domina parte del pueblo-- y parte del espíritu que habita en ella es de Txomin, el incontenible Txomin. Junto a la iglesia del pueblo y su nido de cigüeñas pienso en todo el trabajo que ha requerido la “puesta a punto” de este alojamiento y la solvencia, sentido práctico y el buen gusto con la que ha quedado solucionado y me admiro. Como le apunto, aunque está destinada a ser ocupada como máximo por ocho personas, es tan grande que te mueves notando espacio a tu alrededor, un lujo que ahora solo está al alcance de la gente de pasta o con una casona en el pueblo. No obstante algo remansa el aire de la casa, tal vez una ausencia.

En la casa rural no se dan comidas pero está completamente equipada con cocina incluyendo vitro cerámica debajo de la cual hay varios estantes ocultos tras una puerta formada por el frontal con grifo de la antigua cocina bilbaína de la casa, por supuesto pintada de color plata. También dispone de microondas y frigo. Aunque no es necesario prepararse nada de comer porque a dos pasos, el restaurante de Manolita asusta con sus platos de solomillos de ternera con copete (no es una exageración) y de patatas fritas recién peladas y cortadas del huerto del “colombiano”. Y se agradece que te asusten con la cantidad y calidad de la comida en vez de hacerlo con la factura. Tanto ella como su marido están pendientes de que no falte nada en la cena y si falta no tardan en dejarlo sobre las mesas unidas a la larga que sostienen la paz de los estómagos hambrientos.

El pueblo es tranquilo, con un buen número de casas, pero no así de habitantes. Sus luces se disparan hacia arriba hiriendo nuestras pupilas cuando intentamos ver las estrellas en la terraza de la casa. A pesar de ello el cielo tiene calidad y la Luna aunque baja y pequeña, antes del cuarto creciente deja ver rasgos en su cara. Saturno y alguno de sus satélites como el enorme y neblinoso Titán también se ofrecen a nuestra vista, pero solo a dos elegidos se muestra una estrella fugaz brillante, anaranjada, lenta y de estela muy prolongada. Y ya que estamos con la Astronomía, queridos niños, os contaré la sorprendente e interesante historia de otra de las lunas de Saturno. Se trata de Japeto, descubierta por Giovanni Cassini en 1761 al Oeste del planeta de los anillos. Cuando en su órbita alrededor del anillado pasaba al lado Este dejaba de ser visible. Cassini dedujo que el satélite tenía un hemisferio muy brillante y otro tan oscuro como la noche que desean los astrónomos. Correcto, signore Cassini! Esta luna reduce su brillo en dos magnitudes cuando pasa de un lado a otro del planeta de modo que Cassini no pudo observarla en el oriental hasta que mejoraron los telescopios treinta y cuatro años después. Las fotografías recientes de la sonda (cómo llamamos a la sonda que ahora mismo está dando vueltas en torno a Saturno y sus satélites… pues, déjame pensar... Como el descubridor de cuatro de ellos: Cassini) enviada a esos lares muestran entre otras cosas a Japeto como una especie de figura de Ying y Yang, por aquí negro carbón y por el otro lado blanco nieve. Como además siempre da la misma cara a Saturno, desde nuestra bolita azul y blanca vemos uno u otro hemisferio según esté a un lado u otro de Saturno. Y todo esto para decirnos al final que no visteis a Japeto? Pues vaya un rollo!

El grupo parlanchín e indisciplinado se remueve inquieto la mañana del sábado y con la pachorra arbera salimos tarde y con la amenaza de la lluvia sobre nuestras cabezas. La casa es acogedora y eso también nos retiene ralentizando nuestros movimientos. Además es una mañana de gratos encuentros pues llegan Ana y Paz, el amable y cordial Óscar, entomólogo de pro y su discípula Mª José. Enriquecidos de esta manera salimos al campo y a la lluvia como caracoles sin cuernos. Y vaya si nos hidratamos. Las lluvias nos visitan intermitentemente aunque gracias al chubasqueiro que generosamente me deja Paz solo me mojo por las pernerillas bajas del pantalón. Mi traje de lluvia se ríe de mí mientras descansa en el armario, en casa. El recorrido es circular y nos pasea de la mano de Pruden y Txomin entre peonías, melisa, brezos, jarillas, falsos jacintos, Violas arvenses (como un pensamiento chiquito), Linaria elegans, genistas inglesas (mata de flores amarillas y pinchos), escobas blancas, pinos, encinas, quejigos, abetos de Douglas, armerias, culebrillas, escarabajos y mariposas, pero todo recogido sobre sí mismo porque el Sol no se muestra con franqueza hasta la tarde. Nos acercamos al río en una zona de tablas de agua verde limpia que invita a bañarse a diferencia del tiempo que hace. Vuelve a llover y nos refugiamos bajo el porche de una caseta cercana en cuyo interior se alberga el nido de un pajarillo. Cerca de allí un puente cruza el río y al salir entre nube y nube el Sol enciende unas hierbas en el fondo del río con un color rojo vívido derrochando un brillo de tesoro que solo se revela bajo su luz directa. Comemos al lado mientras los rayos amarillos vivifican a los que necesitan el reposo por encima del alimento.
El resto del trayecto, ya bien entrada la tarde no cae ni una gota y las nubes se retiran despacio, perezosas. Con pachorra nos acercamos a los coches. En uno montan y en otro se embuten los excursionistas y el consenso dicta irse a tomar una cerveza a un bar que se llama los rosales en (nombre del pueblo no recordado aquí). En el bar tienen una cadena de televisión musical en la que programan una lista de las mejores veinte canciones de Muse y el dueño aunque cambia de cadena es reconducido fácilmente a la música de esta banda que gozamos como gochos en un patatal.

En La Encina, después de los “estragos” solomillescos de ayer en el restaurante reinciden solo un par de personas y los demás desertan en masan al cabrito aunque unos pocos optamos por productos ya sin escamas para saciarnos.

La noche nos mira con miles de ojos, despejada como estaba previsto pero el cansancio ha hecho mella en el grupo y solo unos poquines suben a la terraza renunciando al reposo y la horizontalidad. La Luna creciente se acerca al horizonte y enrojece oyendo los piropos de esa línea que jamás se alcanza ande usted lo que ande, corra lo que corra.

El despertar del domingo es una canción lenta que se anuda con una persecución del pan nuestro que no se ha de alcanzar como la línea de más arriba. Las carreteras no permiten una velocidad excesiva pero salvo este detalle veo con la imaginación una de las persecuciones locas de los Blues Brothers detrás de una barra de pan que por deprisa que vayas siempre está a la misma distancia de tu mano. De un pueblo a otro cambian las casas y los habitantes pero permanece el mismo gesto señalando con un dedo el reloj y moviendo la cabeza de un lado a otro.
El cañón del Águeda nos abre sus brazos en el puente cercano a las aguas represadas. Las laderas se alzan por todos los lados rodeándonos completamente mientras una sauceda frena el ímpetu del río aguas abajo del puente. El viento, encañonado, sopla con intensidad.

Un tipo de mostajo (Sorbus latifolia) nos ha entretenido antes con sus hojas aserradas aislado como único superviviente de una zona de antiguos huertos en los que perviven muros bajos de pizarra levantados a piedra seca y frutales descuidados. Los abejarucos juguetean volando bajo y se posan en los alambres de una cerca o en alguno de sus postes dando al viento sus voces alegres.

Entramos después de la aventura panaria en una dehesa y caminamos entre grandes encinas y algún roble. En las zonas bajas se acumula el agua en charcas para abrevar ganado y la manzanilla y el tomillo perfuman nuestro paso, pero el aroma y color más abundante es del cantueso que tapiza laderas y cunetas alzando sus pétalos como las plumas de un indio en la coronilla floral. Alguna ranita de verde intenso se cruza a nuestro paso secundada por mariposas en vuelo. No es su momento culminante y se nota en su escaso número. En el valle los fresnos aprovechan el agua que encharca el suelo y asoman unas pocas orquídeas, unas Orchis morio y Serapias sacándonos la lengua.
Remontando el valle y dejando atrás esas maravillas caminamos entre el auge de hierbas y flores hasta la rodilla por prados sin pastar que obedecen la orden de la diosa Primavera con la cadena de montañas azuladas al fondo ¿Alguna oferta mejora esto?

jueves, 21 de abril de 2011

Tarde en expo Arba Va

De nuevo persisto en la soledad de mis pensamientos mientras permanezco sentado al cuidado en la expo Arba Va en el C.C. Juan de Austria. La sala es amplia y tiene ventanas en tres paredes, la iluminación debería ser por tanto generosa pero no es así y por lo tanto los focos permanecen encendidos. Los interruptores tienen una disposición funcional extraña. Uno de ellos enciende todos los focos que iluminan las paredes. Otro enciende un único foco. Abro las ventanas, hace calor y no quiero que las plantas se tuesten ni el que suscribe tampoco. Ayer las hemos regado bien, incluso en exceso previendo la elevada temperatura.

Al lado pasa la carretera que nos separa de elcorteinglés donde se congrega la procesión de las compras sabatinas. Los coches están aparcados unos encima de otros y me imagino el gentío que debe estar circulando por el interior de ese edificio cerrado con su circulación artificial de aire. Aquí el aire se mueve entre las ventanas abiertas y la luz natural del atardecer y la luz del Sol que amarillea paredes de edificios contiguos me hacen suspirar por ellos. En contrapeso aquí no tengo los delicatessen cortinglesinos si bien es cierto que tampoco he de pagar por ellos.

Los vecinos de la planta son en su mayoría jóvenes que con el entusiasmo de su edad alborotan bien con sus gargantas bien con música. Algunos practican break dance o baile de esos que requieren buen desgaste muscular.

Pongo una flecha para indicar el sentido del recorrido. Nada más entrar a la derecha.

No aparecen muchas visitas. Parece que el personal ya se ha ido de vacaciones o bien está haciendo hueco en el sillón preparando el primero de una serie de partidos del siglo de este año, un madrí-barsa que a buen seguro vaciará las calles propiciando paseos tranquilos y casi nula actividad en las urgencias de los hospitales. Me relamo al pensar en esa tranquilidad y es que con el tiempo se saborea como un bocado jugoso o un buen vino que perduran en la memoria del gusto. Supongo que todo decanta mejor envuelto en el abrazo amoroso de la calma.
Un señor mayor entra con ojillos entrecerrados y comienza a pegar la hebra. Es de los Arribes y me entera de un tipo de injerto que desconocía, el de anillo. Me explica la técnica y me admira con ello. El trocito de corteza nada más quitarlo hay que meterlo a la boca porque se seca en seguida, se coloca yema con yema con la piel de la corteza alrededor y listo. Bueno, o algo así porque no se muy bien como lo haría yo de verme en la necesidad y es que todo tiene su técnica aunque parezca la cosa más sencilla del mundo. Desastres en el bricolaje me reafirman en esta opinión, sobre todo cuando miras el resultado de la chapuza y alguien dice o tú piensas: pero si es muy fácil. Depende de la confianza luego pueden venir insultos más o menos gruesos, descalificaciones y latigazos a la autoestima cuyo número va en relación directa con el parentesco.

Siempre me admiro de la cortesía y la educación de las personas más mayores. Saludan al entrar y pienso que quizá antes no había escuela, no había instrucción pero de alguna forma recibían educación.
Los jóvenes entran, echan un vistazo rápido y se dan media vuelta. Todo tiene que ser rápido para las generaciones multimedia, los nativos digitales. Los que más duran son los que están en la sala del fondo a la derecha con el caseto a buen volumen dispuestos al baile. También entra el despistado que pregunta donde están los servicios. Traspasas las puertas del fondo y a la izquierda. En la sala contigua debe haber una convención de no se qué juego de rol manga a juzgar por los peinados y ropas que muestran estos jóvenes.

Cuando me veo con el humor adecuado doy unas indicaciones a las escasas visitas. Resalto el roller del quejigo cuatro estaciones, retrato de David que titula El Guardián del Monte del estimable árbol al que ARBA Va ya le ha presentado sus respetos. El quejigo de invierno con una cencellada tremenda contrasta en blanco y negro con el resto de sus alter ego estacionales.

Se acerca la hora de plegar velas y dirigirme a puerto acompañada por un aumento del volumen de las músicas. Esto tiene que ver, sin duda, con las actividades del Vallanoche dirigidas a la juventud urbana. En el exterior el viento mueve las hojas de verde primavera de los árboles.
Cierro una ventana orientada al Sur y asomo la vista afuera. Una hermosa Luna me besa los ojos nítida, con sus mares contrastando vivamente. Hora de irse.

viernes, 8 de abril de 2011

Paseos botánicos de primavera

ARROYO VALCORBA (Vallad.) domingo 17 de ABRIL de 2011 09:30 h en el vivero. Mañana


EL REBOLLAR y SIERRA DE GATA (Salamanca). 7 y 8 de MAYO de 2011 Plazas limitadas, apuntarse cuanto antes Horas de salida y demás por concretar.

ENCINARES DE VILLALPANDO (Zamora) Sábado 21 de MAYO de 2011 09:30 h en el vivero. Mañana


ARROYO STA. CRUZ y QUEJIGARES DE VERTAVILLO (Valladolid - Palencia). Domingo 12 de JUNIO 09:00 h en el vivero. Día completo

MONTES OBARENES (Burgos) 18 y 19 DE JUNIO Horas de salida y demás por concretar. Recomendable ir apuntándose.


EXTRA de Verano: Visita al Jardín Mediterráneo Educativo de Madrid Sábado 2 de JULIO de 2011 Horas de salida por concretar. Mañana extensible al fin de semana con la Subida Nocturna a Peñalara (ARBA La Vieja).

Adviértase que fechas y otros detalles pueden estar sujetos a cambios. Para información fresca sírvanse usar correo-e o pasar por el vivero los martes a partir de las 19 horas.

jueves, 7 de abril de 2011

Foro Naturolid

Paz nos envía para difundir la noticia de la creación de un nuevo foro sobre Naturaleza (gracias, Paz). Corto-pego las palabras del autor de la iniciativa, Goyo Para:


Bueno, [...] (espero que me lo perdonen los informáticos), he creado el Foro Naturolid. Como ya había varias personas que estaban interesadas en que hubiese una lista de correo común donde todos los amantes de la naturaleza que patean tierras pucelanas podamos encontrarnos, he dado yo el primer paso y me he buscado un nuevo lío (espero que no sea para tanto, que con mi blog ya tengo bastante). Si vemos que no funciona esto como esperamos, con darlo de baja, se soluciona (espero que no llegue el momento en el que tenga que buscar donde está el botoncito para darlo de baja).


Como la idea ha nacido de un grupo básicamente de pajareros, quizás lo que más se trate en el foro sean temas relacionados con las aves, pero como hay gente (la mayoría) que "picoteamos" un poco en otros "comederos" (plantas, anfibios, reptiles, mamíferos, invertebrados, hongos, etc.) también relacionados con la naturaleza, creo conveniente que estos temas también tengan cabida en el foro. Entre todos poco a poco modelaremos este nuevo proyecto.

Animo a todos a apuntarse a Naturolid, a participar activamente en el foro, no sólo como meros lectores de mensajes, y a mandar invitaciones a todo aquel que creáis que pudiera estar interesado en participar (llenémos de invitaciones el ciber espacio).


El grupo Naturolid de Yahoo! Grupos ya está listo.
Encontrarás los detalles de naturolid en:

Página de inicio del grupo: http://es.groups.yahoo.com/group/naturolid

Dirección de correo del grupo: naturolid@yahoogroups.com

Nos vemos al otro lado de la pantalla u olisqueando flores en el campo.

Goyo Para

Te invito a visitar mi blog: http://arsnatura.blogspot.com

lunes, 14 de marzo de 2011

En Hontoria con Julián


En la época de los almendros en flor y las nubes rosas puntillistas suspendidas en el aire de la ciudad viajamos a plantar en Hontoria de Valdearados. Ye sábado, 12 de marzo; cargamos lo habitual y nos embutimos cuatro y tres personas en dos vehículos.

Hemos apartado planta el martes, quejigo, encina, jerbos y rosal silvestre. Julián trae quejigos con planta acompañante en el propio brik y rosales y jaras en briks y Digitalis obscura que dicen es venenosa aunque hay gente que le tiene gran cariño y aprecia sus bellas flores (esto me recuerda un cuento de Nathaniel Hawthorne, de sus Musgos de una Vieja Abadía)

Con placer y alegría contemplamos a través de la ventanilla del coche como discurre el paisaje salpicado por almendros en plena floración rosa o blanca. Aligera el corazón esta efusión botánica.

Sobrecogidos por el terremoto y tsunami de Japón, el comentario es general y en la tele del bar pasan luego las imágenes repetidas más espectaculares, no se si más informativas. Duales somos y nos rodea cara y cruz, blanco y negro.

Javi propone parar cerca de Tudela de Duero para ver vegetación de una ribera y secuoyas. Se acoge la propuesta favorablemente y desfilan ante los ojos esos grandes árboles, madreselvas, violetas pequeñitas, almendros jóvenes y otras de cuya etiqueta no me acuerdo. Javi es amigo de las pausas y nos detenemos en Peñafiel a por pan de coscoja en una panadería junto al río. Unos panes con un aspecto delicioso parecidos a una torta de aceite pero sin dejar de ser pan. Huele tan bien como parece y el sabor… ¿Pero por qué no venden algo así en la panadería de la esquina? Javi generosamente me designa corta cachos y repartidor de estos trocitos de gloria entre los ocupantes de la máquina con ruedas. Por desgracia acabo de desayunar y el estómago está cerrado como una iglesia de pueblo cuando te acercas a visitarla. Más tarde, después de estirar un poco las piernas se abre y me permite saborear este alimento magnífico y sabroso.

Para cuando llegamos –tarde-- a Quemada, pueblo al lado de Hontoria JoseLuis llama inquieto para zurrarnos por teléfono.

En el pueblo Julián nos recibe con su sonrisa acogedora y tímida casi diría reflexiva o tal vez enigmática detrás de su magnífico bigote – ¿tenemos nuestra propia Mona Lisa en ARBA?--. El pelo le ha crecido y no se ha afeitado. En ambas cosas nos damos la mano. Misael con su gorra también saluda y ambos, enemigos de la prisa, nos acompañan al bar a tomar un cafetito que lo primero es lo primero.
En el bar la pechugona de turno del Interviú nos muestra sus esplendores ahora sí y ahora no según el ángulo en que la miremos. Es un añadido curioso e hilarante a la portada. Recuerdo esas pegatinas que regalaban (¿con las galletas? ¿o con los bollos?) de cualquier escena donde encajara esta ilusión de movimiento, por ejemplo un futbolista cuya pierna parecía moverse para chutar según miraras desde la derecha o desde la izquierda.

En una repisa detrás de la barra una pila de dvds suscita mi curiosidad y la amable camarera explica su historia sonriendo halagada ante el interés mostrado, orgullosa de la tradición local: Resulta que en tiempos de la guerra de independencia el párroco de la localidad se apellidaba Merino y los franceses le confundieron con el famoso guerrillero facilitándole el tránsito a mejor vida con su característica amabilidad. La gente del pueblo, molesta, no lo vio bien y se dedicó a manifestar su desacuerdo aporreando cabezas galas motivo por el cual se celebra una francesada cuya edición de 2010 ha sido filmada y plasmada en aquel soporte informativo circular.

La plantación se desarrolla en un antiguo vertedero donde abundan esas piedras calizas que nadie planta pero misteriosamente abarrotan algunos terrenos. No somos muchos pero más tarde se acercan algunos refuerzos que nos saludan calurosamente agradecidos de que hayamos venido hasta su pueblo a plantar. El tiempo transcurre entre apariciones de fauna: unos buitres leonados nos sobrevuelan con los “dedos” de los extremos del ala doblados hacia arriba señalando el reino al que pertenecen seguidos por ¡una cigüeña negra! Es la primera vez que veo una y no resultan fáciles de observar así que su aparición nos llena de euforia aunque su rareza suscita un primer momento de incredulidad. También nos visita un eslizón (reptil entre lagartija con patas atrofiadas y culebrilla) que se agita nervioso entre las sabias manos blancas que le retienen calmándole y una pequeña mantis religiosa que parece venida de otro mundo, la Empusa pennata. Llegan la mujer y una hija de Julián y aportan tarea. Somos poquitos para tanta planta y terreno tan duro y pedregoso pero el día nos respeta en una especie de pacto tácito sin llover ni gota mientras doblamos el lomo a pesar de que en el camino ha caído y a la vuelta caerán buenas mantas de agua. Julián insiste en que no se trata de batir ningún record y a cosa de las 14 horas plegamos velas y recogemos cabos. Ha sobrado o mejor dicho ha quedado sin plantar alvéolo y medio de encinitas a pesar del ahínco de Javi y los esfuerzos de todos incluido el clan Alvear. El amigo del buen pan encuentra una de esas llaves antiguas en el vertedero y después, en el bar, me la regala. Está oxidada y sucia, con tierra en sus recovecos pero tanto Javi como JoseLuis en seguida aportan la solución para dejarla como nueva. De modo que riendo agradecido le endoso a este último el objeto para que proceda (por hablar y por el disgusto que me produce el bricolaje sumado a la nula habilidad en él procedente de una educación inadecuada de pequeño en este aspecto)

Hontoria de Valdearados cuenta con un museo etnológico y algún vecino con gusto artístico cuyo buzón imita la fachada de una casa reflejada con todo detalle, incluso con una maceta y sus flores.

Visitamos de nuevo el bar y las charlas arrecian a medida que baja la espuma de las cervezas. Julián tiene que venir a rescatarnos de estas sirenas rubias en vaso y nos dirigimos a comer al granero, un edificio multiusos con teatro en el que más tarde representarán Muerte de un Viajante de Arthur Miller. Y vaya con la comida, es un conjunto de delicatessen compuesto por chuletillas a la brasa, tortilla de patata con huevos de gallina de corral que le aportan un color amarillo vivo muy llamativo y bonito frente a las paliduchas tortillas habituales de huevos procedentes de gallinas presas que tienen que estar muy malitas. ¡Vivan las buenas tortillas de patata! Sí, pero, ¿con o sin cebolla? Aquí sí tendríamos una tertulia interesante no como en esas emisoras de radio que se oye cada cosa… y todo es gravísimo.
También hay empanada, pan de Peñafiel que recuerda la torta, embutido, queso de cabra, panceta, morcillas de Burgos, claro; un rosado de la tierra y de postre torta de chicharrones aromatizada con anís. Da pena tener solo un estómago. Es difícil de creer, pero sobra comida. Decididamente somos pocos.

Después de comer salimos del granero y mientras permanecemos acodados a un puente sobre el río Javi desvela los misterios de la pesca que si la trucha se situaría aquí y allá por esta razón y esta otra mientras corriente abajo navegan espaciadas rápidas peras, manzanas y membrillos que algún lugareño ha bautizado brindándonos una de esas escenas surrealistas que en un primer momento cuesta creer. Saben aquel que está un tío mirando puente abajo y pasa una pera por el agua… Bueno bebimos algo de vino, pero tanto, tanto, nooo.
Una última visita al bar para espabilar de la comida nos junta antes del regreso. El clan Alvear vuelve unido a la ciudad y el otro vehículo con nosotros dentro se dirige sin prisa a turistear por Coruña del Conde, su castillo y avión Saeta que choca por el marcado contraste entre ambos y la medieval y señorial villa de Peñaranda de Duero. Aquí visitamos la primorosa plaza con rollo donde se ubica el Palacio de Avellaneda (cerrado aunque estamos dentro del horario de apertura que indica el papel adherido a su misma puerta) y callejeamos un poco. La mayoría decide no subir al castillo que domina la zona asentado en lo alto del cerro. Recuerda por su situación y disposición parecida a un barco varado en una altura castellana al de Peñafiel que ahora alberga el museo del vino.
El camino continúa y Pruden indica con irónica y grata sorpresa como una chopera ahora a nuestra izquierda está siendo “invadida” por sabinas que pintan de verdes el espacio vacío entre los troncos blancuzcos de los chopos desnudos de hoja.
Las nubes se oscurecen sobre nosotros y descargan desaforadamente la valiosa agua que estorba la conducción pero viene muy bien para todo lo que hemos depositado en la tierra hontorina, hontoriesa, valarandina? Por favor, decidme como es el gentilicio de este pueblo burgalés. Pedro llamando a Julián, lugareño o conocedora. Cambio.

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