ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN

DEL BOSQUE AUTÓCTONO EN VALLADOLID

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jueves, 16 de febrero de 2012

Permafrost en Fontihoyuelo

En los pueblos pequeños pueden aparecer tesoros insospechados, no se sabía de su existencia o solo eran conocidos por un número reducido de personas pero sin duda están ahí y cuando salen a la luz sorprenden.
Fontihoyuelo, cercano a Villalón en una zona que se barajaba como posible receptora del almacén de residual radiactivo perdida en los confines de la provincia de Valladolid lindando casi con la de Palencia ha sido ignorada para tal fin en favor de otra localidad castellanomanchega, otro lugar lindando con ninguna parte para que los habitantes no protesten. Esto me comentaba uno de los plantadores que nos reunimos cerca de la fuente de Fontihoyuelo al lado de una junquera propiciada por ella el domingo 5 de febrero a plantar encinas, quejigos (en las laderas) y fresnos en la hondonada tocada por los juncos.
Gente joven de la zona interesada en que no muera crearon una plataforma para que no cayera cerca lo que se suele llamar el cementerio nuclear y buscando además impulsar la vida contactaron con ARBA VA para ver como era eso de plantar y dónde podría ser.
Y en ese mismo afán de propulsar la vida y su base vegetal Pruden trae por primera vez a su sobrino Álvaro de cinco años encantado de venir y de ser el centro de atención de tantas personas mayores que escuchan su aún vacilante discurso. Plantar también en las cabezas como suele decir Esteban poniendo las semillas del futuro.

Muchos arberos también se han contagiado de ese espíritu y acuden más o menos somnolientos a las nueve al vivero donde hay unas esculturas de hielo que se han formado por accidente al abrir indebidamente una llave y fallar una membrana de electroválvula que ha dejado pasar el agua a los difusores. Este riego sumado a las temperaturas bajo cero ha creado unas capas de hielo espectaculares alrededor de tallos y hojas por suerte solo de una zona del vivero. Parecen esculturas de altura inverosímil en hielo pues el agua al caer casi vaporizada se ha ido acumulando capa a capa llegando a alcanzar grosores de hielo considerables y formándose carámbanos que cuelgan de los cables que sostienen el sistema de riego y por debajo de los alvéolos depositados en mesas de rejilla metálica. Precioso pero a ver si sobreviven las plantas congeladas que son unos cuantos alvéolos y briks.

Unos cuantos arberos y coches salen por la carretera. En Medina de Rioseco hay parada obligatoria en la panadería Elías Marcos protegida por soportales y puerta de jambas de madera como el marco del ventanal. Su panes de los que se pueden comer solos por lo delicioso y las demás elaboraciones suelen ser muy ricas. Cada vez hay menos panaderías que vendan pan, pan.

Por fin llegamos al pueblo sin cruzarnos con ningún vehículo desde Villalón, la localidad importante más cercana, tributo a la despoblación y el domingo. Apenas hay gente visible salvo cuando alcanzamos a los arberos. Los lugareños que encontramos van caminando hacia la zona a plantar o están allí. Con la planta descargada a suelo el grupo vacila dudando donde empezar a cavar hoyos. Pruden da unas indicaciones sobre el método a seguir y nos guía con seguridad: los quejigos y encinas a esas laderas y los fresnos cerca de la junquera pero respetándola.


Es agradable que se escuche con atención y humildad a los que aportan instrucciones sobre el modus operandi y no es tan común como debiera. A veces se topa con la típica reacción de ego protuberante tipo a mí me vais a enseñar a hacer esto que curiosamente suele ser una buena receta para cagal.la Por fortuna no es el caso y un grupo se especializa en armar protectores con la malla fuerte que han traído desde el pueblo mientras los demás cavan, plantan, rellenan de tierra y la calcan alrededor del arbolín rodeado por un hermoso protector de malla plástica verde.


El suelo en las zonas más frías está congelado en su parte superior y cuesta removerlo con azada o palín, duro como si casi fuera roca. Afortunadamente somos un buen grupo de más de veinticinco personas y eso hace que la labor avance a buen paso de modo que en hora y media un bosquete de cilindros de malla verde se extiende sonriente sobre vaguadas y laderas cercanas al pueblo. Un grupo de lugareños y niños llegan rezagados a tiempo de echar un vistazo y ver como ha quedado todo. Muy bonito y llena de orgullo verlo a pesar de que haya algunas filas de protectores que resultan poco naturales, demasiado rectas para obtener en el futuro la impresión de no artificial, pero es buscar un pero, lo reconozco.


Álvaro ha plantado junto a su tío y como suele ocurrir ha tomado confianza conmigo y al verme corretear perseguido lúdicamente por Amanda percibe mi punto débil y comienza a jugar como si yo fuera un igual suyo con edad similar.

El lugar de encuentro con funciones de comedor, una sala alargada en la que entra el Sol con timidez y apenas si cabemos reúne a medio pueblo y los arberos confundidos por la fastuosa sucesión de platos que pasan por la mesa y nuestras gargantas. Para empezar platos con embutido, empanadas y tortillas que se han traído o aportan desde el pueblo. Pero esto es solo la puerta que da paso a unos cuencos de sopa de ajo, garbanzos con callos y chorizo, liebre al vino tinto y una porrusalda excelente. En broma comentamos que para bajar el festín habrá que hacer otra plantación por la tarde. Es increíble el tamaño de la olla de porrusalda y como llega hacia el final justo antes de la tarta-quesada, sobra por más que se repita. Y con generosidad visto el aprecio que hacemos de la porrusalda nos ofrecen llevarnos unos cubetes llenos. Tres o cuatro se volverán a Valladolid para seguir con el disfrute gastronómico. Los ojos como platos se quedan fascinados al ver tooda la comida que nos han ofrecido y que nos hemos entripado con mucho gusto. Echo en falta al peque, no está en la sala que de corriente da servicio de Internet con unos ordenadores dispuestos en una mesa alargada pegada a la pared pero hoy en la mesa grande ha servido de restaurante improvisado. Álvaro ha hecho migas con otra criança y están afuera pateando un balón.

Ahora llega la despedida y la diáspora. Aplaudimos agradecidos el estupendo banquete ofrecido y alguno se vuelve a Pucela al tiempo que los demás rodamos a Villalón para tomar un cafés en el bar. De allí nuevamente nos dividimos y la mayoría acudimos a Tamariz de Campos para comprobar como andan los pájaros de agua en la laguna cercana a la esclusa 7 del canal de Castilla. Desde el observatorio de madera distante unos ciento cincuenta metros donde algún cabestro rompió el puro metal del trípode y se llevó el telescopio instalado en él los patos parecen dormidos o al menos reflexivos e inmóviles flotando en el agua ondeando ligeramente mecidos por el movimiento del agua a salvo de depredadores terrestres. Solo una solitaria garza parece tener vida animada en el otro extremo de la laguna. Una rapaz, creo que aguilucho lagunero se cierne y aterriza entre los carrizos confiando encontrar la cena antes de que el Sol se vaya. Otros dos laguneros cabalgan el viento que sopla de componente Norte. Alrededor la luz mengua y regresamos a la esclusa 7 donde otro coche se aleja hacia la ciudad. Los últimos remoloneamos por las cercanías del canal y empujados por algún espíritu vivo tomamos saboreando el placer de demorarse el camino de sirga hacia el acueducto que a escaso medio kilómetro permite el paso del canal sobre el río Sequillo que en este día podría llamarse Heladillo. Unas escaleras que bajan desde el camino de sirga por el que en los tiempos antes de la electricidad troncos de mulas arrastraban las barcazas dan acceso a la ribera del río y desde aquí vemos en los ojos delacueducto que las pérdidas del canal se han congelado formando carámbanos. El mismo río, corriente arriba del acueducto, completamente helado de orilla a orilla, sostiene piedras de buen tamaño que no han podido romper la capa de agua sólida. De dónde vendrá ese acto casi reflejo de tirar piedras al agua rompiendo su perfecta lisura.


Al regresar a la esclusa donde esperan obedientes los coches la mole del antiguo edificio harinero nos recibe avanzando hacia la penumbra mientras el Sol juega al pespunte con las nubes bajas del Oeste resultando una puesta de luz increíble, espolvoreada en rojo en las cercanías de nuestra estrella y con tonos menos vivos donde las nubes tocan el horizonte. La Luna cercana a llena oculta a ratos su gravidez entre nubes. Siempre es más tímida de día revelándose en esplendor cuando Manuel se va a dormir. Tierra de Campos podría ser declarada por derecho propio zona de atardeceres patrimonio de la humanidad.

3 comentarios:

David Arribas dijo...

Enhorabuena cronista por estos dos nuevos relatos invernales.

36 personas fuimos en la plantación de Fontihoyuelo. Lo normal en invierno es que sean 18 habitantes...

el trasgo del sur dijo...

Estaba un poco mustio el blog, invernando como el temporal hasta que un resplandor de aire fresco, a veces, helador convierte una jornada de restauración ecológica en un apetitoso plato literario, relleno de verdades como puños.Aderezado de poesía visual que nos traslada desde el teclado a la realidad virtual de lo acaecido.

Pedro dijo...

Gracias por vuestro aprecio. A ver si llegan ya las primaveras.